El acceso a los servicios de planificación de familiar, ha brindado a las mujeres la posibilidad de tener una mejor preparación en capital humano al contar con niveles de enseñanza superior, a disminuir el número de hijos, lo que ha permitido conciliar la crianza de su descendencia con el empleo. Además, como resultado de la atención prenatal, obstétrica y neonatal se ha logrado aumentar el número de años de vida sana al reducirse la discapacidad y la muerte prematura de las mujeres y los recién nacidos.
La planificación familiar se refleja principalmente en el acceso al uso de métodos anticonceptivos. En 1976 se registró que 30.2 por ciento de las mujeres en edad fértil unidas usaban métodos anticonceptivos, poco más de treinta años después el porcentaje aumentó a 72.3, a pesar de este avance, todavía hay sectores de la población en el país, sobre todo aquellos con desfavorables condiciones de desarrollo socioeconómico, que hacen poco uso de este derecho, en esta situación se destaca sobre todo a las adolescentes que actualmente presentan una prevalencia anticonceptiva de 44.4 por ciento, las hablantes de lengua indígena con 57.9 por ciento, las que no cuentan con nivel alguno de escolaridad con 60.2 por ciento y las residentes de zonas rurales con 63.7 por ciento.
Actualmente el país enfrenta el reto de atender una necesidad insatisfecha de uso de métodos anticonceptivos de mujeres en edad fértil unidas de 10.0 por ciento, cifra que aumenta en los grupos con rezago, como son las adolescentes (24.8%), en las mujeres hablantes de lengua indígena (21.7%), en las mujeres sin escolaridad (17.9%) y las residentes de zonas rurales (15.9%).
Un avance de la orientación integral en la planificación familiar ha sido el aumento del porcentaje de mujeres que se atienden durante el parto por personal calificado, lo que ha contribuido en la prevención de la morbi-mortalidad materna e infantil. En 1976, apenas poco más de la mitad de las mujeres eran atendidas durante el parto por un médico (54.7%), mientras que 39.6 por ciento acudía a una enfermera o partera y 5.7 por ciento era atendida por otro o ella misma; en 2009, la mayoría de las mujeres 93.8 por ciento fueron atendidas por un médico, 3.3 por ciento por enfermeras o promotoras de salud, 1.6 por ciento por parteras o comadronas y 1.4 por ciento por otro o ella sola.
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