En México, como en muchos países, la mujer ha vivido un pasado de desigualdad en el acceso y continuidad en el trabajo, el nivel educativo, la remuneración, los ingresos, el acceso a la propiedad, la vivienda, a seguros y a otros bienes que ayudan en situaciones de emergencia y en la vejez.
De acuerdo a Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2011, 20.6 por ciento de las mujeres que se encontraban ocupadas sufrieron discriminación laboral, de las cuales a:
o52.1 por ciento le han pagado menos que a un hombre que desarrolla el mismo trabajo o puesto;
o53.4 por ciento ha tenido menos oportunidad que un hombre para ascender;
o33.7 por ciento ha recibido menos prestaciones que un hombre que tiene el mismo nivel o puesto;
o21.2 por ciento debido a su edad o estado civil le han bajado el salario, despedido o no la contrataron;
o27.9 por ciento en su trabajo le han pedido la prueba de embarazo.
De esta forma, la seguridad social de la mujer es motivo de preocupación, ya que sólo 3 de cada 10 mujeres ocupadas cuentan con acceso a instituciones del sector salud y a otras prestaciones, donde se destacan las siguientes causas: a) desigualdades del mercado laboral y por tanto de la seguridad social; b) acceso de la mujer al mercado de trabajo cada vez en condiciones de mayor precariedad y sin seguridad social; c) el ciclo laboral de la mujer difícilmente permite acumular el tiempo requerido y cotizar lo suficiente para pensionarse, más aun cuando los tiempos de trabajo no son continuos y los requisitos de edad y cotización aumentan y; d) la pobreza familiar que debilita los apoyos intergeneracionales.
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