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La situación demográfica de México 2015
fuente de información las proyecciones de población
2010-2050 elaboradas por el conapo. Cabe señalar
que se eligió la edad cronológica de 60 años como la
edad umbral de envejecimiento, tal como lo establece
la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayo-
res (ldpam, 2002), así como la Organización Mundial
de la Salud (oms, 2015) y el Plan de Acción Internacio-
nal sobre el Envejecimiento (Naciones Unidas, 1982).
La transición demográfica
y el proceso de envejecimiento
en México
El proceso de envejecimiento, desde una óptica propia-
mente demográfica, consiste en el incremento gradual
del número absoluto y relativo que las personas envejeci-
das representan en la población total en desmedro de la
importancia relativa de los demás grupos de edad (Par-
tida, 1999). Este cambio en la estructura por edades es
consecuencia de la transición demográfica, la cual, en su
definición más simplificada, alude al proceso que expe-
rimentan las poblaciones al pasar de un régimen de alta
fecundidad y mortalidad a otro en el que ambas variables
toman niveles bajos y controlados (Chesnais, 1986).
De esta forma, para comprender el fenómeno
del envejecimiento demográfico en México y entender
por qué es un proceso inevitable, resulta necesario revi-
sar la evolución de la transición demográfica en nuestro
país en cuatro etapas, las cuales suponen variaciones
en el comportamiento de la mortalidad y la fecundidad,
lo que a su vez afecta el crecimiento y la distribución por
edades de la población (véanse gráficas 1 y 2). Durante
la fase pretransicional, de alta mortalidad y fecundidad,
es evidente el irregular comportamiento demográfico
derivado de la lucha armada de la Revolución Mexica-
na, provocando que el número de habitantes del país
se redujera de 15.6 millones en 1910 a 14.9 millones
en 1921 (Ham, 2003; inegi, 2000).
Una vez finalizado el movimiento armado, inició
la primera etapa de la transición demográfica, caracte-
rizada por tasas de mortalidad en rápido descenso
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y tasas de natalidad relativamente constantes e in-
cluso ascendentes entre 1950 y 1960, lo que trajo
consigo un periodo caracterizado por un elevado cre-
cimiento demográfico, alcanzando una población de
35.6 millones en 1960 (inegi, 2000; Partida, 2005).
La actitud oficial del gobierno era la de promover el
crecimiento interno y natural de la población, claro
ejemplo es uno de los
slogans
oficiales de aquellos
años:
procrear hijos es hacer patria
(Ham, 2003).
La segunda fase puede ubicarse a partir de
1970, cuando el descenso de la fecundidad se acen-
tuó, habiendo empezado en los años sesenta; dicho
descenso fue ocasionado por los logros alcanzados en
materia de salud y educación y en el mejoramiento de
la condición social de la mujer, así como por el impul-
so de la política de población y de los programas de
planificación que se gestaron e instrumentaron en ese
periodo. Uno de estos instrumentos fue la Ley General
de Población, la cual entró en vigor en 1974
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y dio lugar
a los programas de planificación familiar y paternidad
responsable. Asimismo, se creó el Consejo Nacional
de Población (conapo), que a partir de entonces guia-
ría las políticas demográficas del país. Además, deri-
vado de estas iniciativas, a la Ciudad de México se le
designó sede de la Conferencia Mundial de Población
de 1984, evento que fue muy importante para reafir-
mar las políticas de población iniciadas (Ham, 2003).
Como consecuencia del descenso de la fecundidad,
en esta segunda fase de la transición, la estructura de
la población cambia y da lugar a un fenómeno demo-
gráfico: la fuerza de trabajo crece más rápidamente
que la población que depende de ella (niños y adultos
mayores) y, por lo tanto, el potencial productivo de la
economía es mayor, a esta ventana de oportunidad
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En 1930 se registró una tasa de mortalidad equivalente a 26.7 de-
funciones por cada mil habitantes, la cual descendió rápidamente
hasta llegar a 11.5 defunciones por cada mil habitantes en 1960
(véase gráfica 1).
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En México, la vastedad del territorio y la escasez de población mar-
caron la pauta para iniciar una política poblacionista. La Ley de Co-
lonización de 1823, la Ley de Migración de 1930, la Ley General de
Población de 1936 y la Ley General de Población de 1947 se carac-
terizaron por promover el crecimiento de la población a través del
fomento de los matrimonios y nacimientos, así como de la repatria-
ción de mexicanos residentes en el extranjero. Sin embargo, la Ley
General de Población de 1974 cambió diametralmente la orientación
de la política de población, al ser una ley antinatalista (Valdés, 2000).