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La unión conyugal como factor de contraste demográfico en México a principios del siglo xxi
De manera general, se puede afirmar que los
índices cambian de acuerdo al grado de desarrollo de
la población a la que hacemos referencia. Conforme
una sociedad es más moderna, mayor es el peso del
índice de anticoncepción (
Cc
), y pierden importancia
otros como el matrimonio (
Cm
) y la lactancia (
Ci
)
(Bongaarts, 1982). Pero en la situación de México,
el índice
Cm
debe analizarse desde el momento en el
que se supone que entre muchas parejas existe un
presunto matrimonio o una unión libre en el futuro
cercano, como factores de riesgo determinantes para
el embarazo. De igual manera, es preciso aceptar que
la anticoncepción moderna tiene un porcentaje de fa-
llas, errores o descuidos voluntarios o involuntarios en
el uso de los métodos.
Estudios sobre la nupcialidad
reciente
En los últimos tiempos han comenzado a distinguirse
algunas transformaciones en la nupcialidad en América
Latina y México que podemos resumir de la siguiente
manera: a) retraso en la edad a la primera unión, tanto
del matrimonio como de la unión libre; b) incremento
en la proporción de personas que inician su vida en pa-
reja bajo la figura de la unión libre, con un consiguiente
descenso de pares que entran en un matrimonio legal.
Aunque, claro, también sigue presente el sistema dual
de nupcialidad en donde se tiene una coexistencia de
matrimonio y unión libre (Spijker
et al.
, 2012); c) el
aumento en la esperanza de vida trae consigo un in-
cremento del número de años que se viven en pareja,
provocando un crecimiento de la disolución voluntaria
de uniones, y la sobremortalidad masculina, que se
traduce en una mayor proporción de viudas.
La unión conyugal en México reporta de mane-
ra simultánea un fuerte contraste: si bien, por un lado,
hay un grupo importante de hombres y mujeres que
se unen a edades tempranas, existe una cifra consi-
derable de población que está postergando la unión
hasta después de los 30 años (Quilodrán, 2010). Esto
puede estar propiciando una aceleración de la transi-
ción demográfica, acompañada de un aumento de la
participación femenina en los mercados laborales, y
la incorporación masiva de las mujeres al sistema edu-
cativo formal (Spijker
et al.
, 2012).
El caso específico del grupo de población que se
establece en unión libre a edades tempranas, numero-
so y creciente, se puede clasificar en dos tipos: a) la
unión libre tradicional donde se inicia la relación coital y
se da paso libre a la fecundidad de manera casi natural,
y en donde en muchos casos la pareja se separa en un
corto plazo (Quilodrán, 2010); y b) la unión libre “mo-
derna” donde la pareja da paso a relaciones sexuales
y/o cohabita, pero posterga o evita la fecundidad hasta
que considera que la relación ya es estable –momento
en que puede llegar a legalizar la unión– o se separa.
En la búsqueda de estos patrones, hay algunos
autores que señalan que el aumento en la unión libre
puede ser una respuesta a la incertidumbre laboral y
económica que se vive actualmente, pero sigue estando
caracterizada por mujeres de bajos niveles educativos
y socioeconómicos que son más propensas a entrar en
este tipo de unión y a permanecer ahí (Pérez, 2014).
En consecuencia, podemos afirmar que hay una coexis-
tencia de distintos modelos de unión conyugal y no to-
dos conducen a un modelo de nupcialidad común. Se
advierten diferentes combinaciones entre intensidades
y calendarios nupciales que moldean escenarios distin-
tos (Quilodrán, 2010). La modalidad que presenten las
personas dependerá de un sinnúmero de variables, don-
de la incertidumbre laboral y económica del México de
hoy juega un papel importante, que les obliga a hacer
una reorganización de su ciclo de vida, exhibiendo dife-
rencias en los itinerarios sociales, profesionales y matri-
moniales. Un ejemplo de ello son las parejas lat’s
3
en
donde el modelo tradicional de unión se transforma por
completo (Quilodrán y Hernández, 2008).
Los modelos de determinantes de la fecundi-
dad no le otorgaban tanta importancia a las relaciones
sexuales coitales prematrimoniales, que en muchas oca-
siones eran consideradas la antesala del matrimonio,
“la prueba de amor”. Ahora la situación es totalmente
opuesta y éstas exponen al riesgo de embarazo a una
gran parte de las mujeres. De hecho, el modelo plan-
3
lat’s por sus siglas en inglés:
Living Apart Together
. Se refiere a
aquellas parejas estables, o con reconocimiento de ser pareja, que
no comparten la misma vivienda, ya que cada uno de sus miembros
vive en su propia casa (Quilodrán y Hernández, 2008).