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La unión conyugal como factor de contraste demográfico en México a principios del siglo xxi

Estas distribuciones porcentuales de la situa-

ción conyugal para el grupo de 25 a 29 indican la gran

diversidad nacional y nos podrían sugerir que hoy en día

todavía hay entidades donde la única manera de ser

hombre o mujer libre de presiones y cuestionamientos

es estar casado o casada y, en menor proporción, en

unión libre. La soltería después de los 25 años se iden-

tifica más con los errores o los desaciertos que como

parte de las decisiones de hombres y mujeres en un

proyecto de vida donde se posterga la unión y el em-

barazo. La resignificación de la soltería es un reto fun-

damental que la sociedad debe asumir. Por tanto, es

necesario reconocer la pluralidad en los temas de sexua-

lidad y unión. Asimismo, se debe reconocer a la materni-

dad y a la paternidad como una opción y no como casi

una obligación o la “máxima realización” en la vida.

El embarazo y sus contrastes

El embarazo se asocia de manera muy estrecha con

la unión. Entre las declaraciones de las embarazadas

encuestadas en la enadid 2014 encontramos que no

todas deseaban estar embarazadas en ese momento,

lo que nos lleva a preguntarnos sobre sus prácticas

anticonceptivas y también sobre los efectos de la

unión en esta condición. Es claro que las fallas en la an-

ticoncepción pueden deberse al grado de eficiencia del

método o a los descuidos voluntarios o involuntarios

de las personas. Pero de igual forma es conocido que,

en términos culturales, en México el embarazo entre

personas no casadas ha favorecido el matrimonio o

la unión libre, que en muchas ocasiones resulta de cor-

ta duración y con una alta violencia física y simbólica

(véase cuadro 6).

Para el caso de las mujeres embarazadas que

no querían estar en esa condición destacan por sus

niveles significativos las entidades de Baja California,

Nayarit, Sinaloa y Veracruz. En éstas el índice

Ca

debe

estimarse con gran precisión para poder entender las

situaciones complejas, y en muchas ocasiones contra-

dictorias, a las cuales las mujeres están expuestas.

La fecundidad no deseada,

la temprana y la postergada

Así como existe un importante porcentaje de em-

barazadas que sí deseaban estar en esta condición,

hay también un alto número de ellas que hubieran

preferido esperar más tiempo, lo que confirma que ac-

tualmente el deseo de tener hijos en México es muy

variable, destacando el número de mujeres que no

quieren ser madres. En el Estado de México y en Baja

California una mujer de cada cinco de entre 20 y 25

años no desea convertirse en madre. Esto significa una

gran ruptura con las construcciones de género, con sus

posibles impactos en la dinámica demográfica nacional

y por entidad federativa, por lo menos en cuanto a cre-

cimiento natural se refiere (véase cuadro 7).

Por otro lado, si bien tenemos una amplia ma-

yoría de mujeres que sí aspiran a la maternidad, es

importante considerar también a aquellas que de-

clararon no saber. Lo anterior nos indica una ruptura

importante con las construcciones de género estáticas

y que en la mayoría de las situaciones son inequitati-

vas para la población femenina, lo cual nos lleva a la

reconfiguración de los índices de

Cc

y

Ca

, donde, por

un lado, es necesario dar mayor atención a la anti-

concepción de las mujeres más jóvenes, y, por otro,

analizar la interrupción legal del embarazo como una

realidad en algunas entidades federativas.

El tener hijos es un hecho fehaciente para un alto

porcentaje de mujeres mexicanas entre 15 y 19 años.

Dos entidades que sorprenden por la elevada proporción

de mujeres con al menos un hijo son el Distrito Federal

y Nuevo León. La sorpresa proviene del conocimiento

de que en éstas el grado de marginación es bajo, si bien

es cierto que son localidades con grandes desigualdades

sociales y culturales, en donde los deteminantes de la

fecundidad temprana no solo se relacionan con el acceso

a la información y a métodos anticonceptivos gratuitos

y a bajo costo. Otro aspecto que puede estar influyendo

es el incremento de la unión libre, situación que tam-

bién podría estar favoreciendo la fecundidad a edades

tempranas (véase cuadro 8).