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La situación demográfica de México 2015
igual forma, se pretende exponer una serie de indica-
dores cuya atención debería ser prioritaria, ya que la
intervención oportuna en temas relacionados con la
vivienda, el ingreso y el empleo, o bien la población,
la educación y la salud, tendría un impacto positi-
vo en la reducción de estas variables y coadyuvaría a
la generación de estrategias efectivas de adaptación
basadas en la reducción de la vulnerabilidad.
En el tercer apartado se examinan otros indi-
cadores que guardan relación directa con la dinámica
socioeconómica de la población y el medio ambiente,
contrastando el ámbito rural y el urbano:
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los residuos
sólidos urbanos, la contaminación del aire,
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y la disponi-
bilidad natural de agua y la presión hídrica. En el cuarto,
se analizan las áreas de oportunidad que han limitado la
continuidad de la política de adaptación en los mvcc. Por
último, se incluyen las consideraciones finales.
Aproximaciones conceptuales
sobre la construcción de la
vulnerabilidad social y su
relación con el cambio climático
La vulnerabilidad, con relación al cambio climático y su
asociación a los desastres puede, en una primera aproxi-
mación, ser definida como la propensión o susceptibilidad
de la sociedad -o un componente de la sociedad, los se-
res humanos y sus soportes productivos, infraestructu-
rales o materiales, en general- de sufrir daños y pérdidas
cuando son impactados por eventos o fenómenos físi-
cos externos, y de encontrar dificultades en recuperarse
posteriormente, de manera autónoma (Lavell, 2004).
El término tuvo su origen en la literatura sobre
seguridad alimentaria y su relación con los peligros
naturales, sin embargo, ha sido aplicado para evaluar
el impacto del cambio climático, por lo que ha surgi-
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Se clasifican como municipios urbanos aquellos donde la mayor par-
te de la población vive en localidades de 15 mil o más habitantes;
semiurbanos, aquellos municipios que tienen este porcentaje de po-
blación en rangos de localidades entre 2 500 y 14 999 habitantes;
y rurales, donde más del 50 por ciento de las personas reside en
localidades censales menores de 2 500 habitantes.
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Dióxido de carbono (co2), Metano (ch4), Óxido Nitroso (n2o),
Hidroflorurocarbonos (hfc), Perfluorocarbonos (pfc), Hexafluoruro
de Azufre (sf6).
do una gran variedad de definiciones desde diferentes
enfoques interdisciplinarios (Vincent, 2004). De ma-
nera general, éstos se pueden dividir en tres. El primero
señala que la vulnerabilidad es una condición preexis-
tente, es decir, la fuente del riesgo es biofísico (expo-
sición potencial al riesgo); enfatiza que la población se
distribuye en zonas de peligro (zonas sísmicas, áreas
sujetas a inundación y costeras), y el costo o pérdi-
da se asocia con la ocurrencia de un evento particular
(vidas, propiedades). Algunos elementos de este en-
foque biofísico son la magnitud, duración, impacto y
frecuencia (Timmerman, 1981; Susman
et al.
, 1984;
Bogard, 1989; Liverman, 1990; Cutter, 1993; Dow
y Downing, 1995; etc.).
El segundo se vincula a los procesos histórico,
cultural y económico, que en su conjunto inciden en la
capacidad individual o social para hacer frente a los de-
sastres (Bogard, 1989; Bohle
et al
., 1994; entre otros).
El tercer enfoque es una combinación de elementos
de ambos planteamientos, es decir, la vulnerabilidad se
concibe como el conjunto de componentes biofísicos
y las características de la estructura socioeconómica
(Cutter, 1996). En este sentido, si la vulnerabilidad
a los desastres asociados a fenómenos naturales se da
por los patrones de asentamiento y desarrollo de la po-
blación, entonces el impacto de un evento catastrófico
no es aleatorio, sino que se determina por la interacción
social y de organización de una sociedad, además del
acceso a los recursos (Ruiz y Grimalt, 2012).
El concepto de vs transita entre los límites de di-
ferentes disciplinas, por lo que engloba características
psicológicas, sociales, económicas, territoriales, polí-
ticas y culturales que condicionan el comportamiento
preventivo y la capacidad de respuesta de un grupo so-
cial para atender una emergencia, la rehabilitación y la
recuperación (Kuroiwa, 2002).
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Por lo tanto, a través
de este concepto se puede predecir y entender la exis-
tencia de impactos diferenciados en los distintos grupos
de una sociedad, dado que son las características inter-
nas de los elementos expuestos a las amenazas las que
hacen propensa a la población a sufrir daños ante un
cataclismo ambiental (Soares y Gutiérrez, 2011).
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Es decir, las sociedades más desarrolladas tienen mayor capacidad
de responder a los desastres, son más resistentes tanto en la fase de
emergencia como en la de recuperación.