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La situación demográfica de México 2015
y Denton, 1988) son incapaces de avanzar en esta di-
rección (Garrocho y Campos, 2013).
Usualmente, en la literatura demográfica se de-
fine como población envejecida o población mayor a
aquella de 65 años y más. En este trabajo se aplica
este corte convencional, ya que es, quizá, el más uti-
lizado a escala internacional (conapo, 2011; Moore
y Pacey, 2004).
4
Sin embargo,
debe subrayarse que
la vejez es un constructo social que involucra la asig-
nación de roles de acuerdo con la edad, género y, en
general, con las normas socioculturales predominantes
en cada sociedad (Montes de Oca, 2000; Salgado y
Wong, 2007). Este constructo social no es estático,
sino que cambia con el tiempo y, tal vez, con mayor
rapidez que las definiciones científicas.
5
Entonces, resulta crucial para este texto en-
tender que el umbral de 65 años y más para definir
a la población mayor es arbitrario (especialmente en
la escala individual), ya que no logra integrar las múl-
tiples dimensiones de una etapa y estado de la vida
que depende de un cúmulo de factores objetivos y
subjetivos complejamente interrelacionados (Salgado
y Wong, 2007).
El artículo tiene la siguiente estrategia de expo-
sición. El punto de partida es la evidencia que sugiere la
existencia de segregación de la población mayor en al-
gunas ciudades mexicanas (Garrocho y Campos, 2005;
Negrete, 2003). Sin embargo, ésta no es concluyente
por la manera de medir el fenómeno: se utilizan técni-
cas no-espaciales. Con dicha evidencia como apoyo, se
decidió comenzar por el principio. Es decir, establecer
las coordenadas clave de este trabajo: el concepto de
segregación residencial y el proceso de envejecimiento.
A partir de una revisión de la literatura mexicana e in-
ternacional, proponemos una definición de segregación
socioespacial para las grandes ciudades de México (y
de América Latina, quizá), y argumentamos que esta
definición es más completa, coherente y útil que las
propuestas para las ciudades latinoamericanas, tanto
en términos conceptuales como operativos.
4
Aunque algunas instituciones mexicanas, como el Instituto Nacional
de Geriatría, utilizan el umbral de 60 años y más.
5
Los interesados en profundizar en este tema pueden revisar el mag-
nífico trabajo de Montes de Oca, 2010.
A continuación se perfila el trasfondo estraté-
gico de la segregación socioespacial de la población
mayor en México: el acelerado proceso de envejeci-
miento que experimenta nuestro país. Se devela una
conclusión importante: el proceso de envejecimiento
de la población implicará para la sociedad mexicana,
en las próximas décadas, la superación de retos desco-
munales en materia del cuidado de la población mayor,
no solo en temas tan importantes como elevar la es-
peranza de vida con salud o contar con recursos para
su atención, soporte y pensiones, sino en una cuestión
clave para este texto: hacer ciudad pensando también
en sus usuarios envejecidos (que serán cada vez más,
tanto en términos absolutos como relativos).
Esta conclusión es crucial porque revela que la
segregación y el envejecimiento de la población tienen
una dimensión espacial y urbana que ya debería ser
perentoria en la planeación de las ciudades mexicanas
del siglo xxi, pero que aún no se nota que esté en el
radar de los tomadores de decisiones ni de los agentes
sociales que conducen las ciudades de nuestro país
(
e.g.
gobiernos de los tres niveles, desarrolladores,
empresarios, organizaciones sociales). El bagaje con-
ceptual y estadístico se integra en la primera sección
del estudio y permite sintetizar la situación: México
es un país de ciudades, que envejece aceleradamente
y donde la población mayor parece segregarse en los
espacios intraurbanos.
Lo anterior es una buena línea de arranque, pero
no basta. Es necesario responder a un par de preguntas
básicas: ¿por qué y para qué estudiar la segregación/
integración socioespacial de los adultos mayores en la
ciudad? Este tema, poco tratado en la literatura especiali-
zada, se explora a fondo en la segunda sección. De la re-
flexión surgen conceptos e ideas fundamentales para el
mejor funcionamiento de nuestras sociedades urbanas:
interacciones significativas, contactos cara a cara, redes
de apoyo (formales e informales), solidaridad, pluralidad,
cohesión social, distancia socioespacial entre genera-
ciones, segregación voluntaria, costos y beneficios de la
segregación intergeneracional, entre otras, que están a
caballo entre lo social (en su sentido más amplio) y lo
espacial (
e.g.
la forma, estructura y procesos urbanos).
Una vez aclarada la pertinencia y utilidad de
estudiar la segregación socioespacial de la población