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La situación demográfica de México 2015
tanas (Reardon y O’Sullivan, 2004);
iii
)
La importancia
que se le otorga al espacio (
v.g.
territorio) en términos
de localización, distancia y criterios de vecindad, a dife-
rencia de las definiciones tradicionales que se apoyan
en datos que ocurren “en ninguna parte” (datos no-geo-
referenciados o no-espaciales: Garrocho y Campos,
2013); y
iv
)
El enfoque analítico
,
que implica vincular
la definición conceptual con métodos estadísticamen-
te confiables
(
v.g
. asegurar que los resultados no sean
resultado del azar, sino que respondan a exigencias de
confiabilidad estadística: Allen y Turner, 2005).
7
En otras palabras, nuestra definición adopta una
perspectiva eminentemente socioespacial, caracterís-
tica congénita de los procesos de segregación, que va
más allá de la definición tradicional de la segregación
residencial que usualmente se utiliza en Latinoaméri-
ca,
es conceptualmente coherente y parece adecuada
para las ciudades mexicanas, como se demuestra más
adelante.
Dado que este trabajo considera una gran
área metropolitana, se asume un enfoque macro en
el que los conceptos de integración y segregación se
yuxtaponen como los lados opuestos de la misma mo-
neda (De Jong Gierveld y Hagestad, 2006).
Envejecimiento en México
La existencia, intensidad y patrones territoriales de la
segregación/integración por edad cambian en el tiem-
po (Sabatini y Brain, 2008), pero se aceleran más en
un entorno de envejecimiento y urbanización turbo,
como es el caso de México y de la Ciudad de México
(Garrocho, 2013; Jasso
et al.
, 2011).
El envejecimiento de la población, entendido
como el aumento de la proporción de personas de 65
años y más con respecto a la población total (Bertra-
nou, 2008; Chackiel, 1999),
es el tema demográfico
más importante que enfrenta México en el siglo xxi
7
Reconocer la naturaleza inherentemente socioespacial de la se-
gregación tiene implicaciones muy profundas cuando se trata de
medirla y analizarla (Anselin, 1995; Reardon y O’Sullivan, 2004).
La selección de instrumentos para su medición y análisis debe tomar
en cuenta tanto el lugar (
v.g.
los puntos o territorios geográficos de
interacción) como el espacio (
v.g.
las relaciones entre los puntos o
territorios) (Peters y Skop, 2007). Es decir, si las unidades espaciales
de análisis (
v.g.
manzanas, municipios…) están cerca o lejos entre sí
o si son vecinas o no, por ejemplo.
(conapo, 2011; Ham, 2003; Ordorica, 2012). El grupo
de población de 65 años y más será el de más rápido
crecimiento del país en el futuro próximo: su magni-
tud se multiplicará por cuatro para 2050, con lo que
rondará los 29 millones de personas (conapo, 2011).
El siglo de las ciudades será para México, también, el
siglo del envejecimiento.
El problema es que el país no está preparado
para este acelerado proceso de envejecimiento que
ya inició, y que implicará retos notables, como elevar
la esperanza de vida con salud (vivir más no significa
necesariamente vivir mejor: Vega
et al.
, 2011), dis-
poner de financiamiento suficiente para la atención,
soporte y pensiones de la población mayor (Ordorica,
2012), reducir la pobreza y la desigualdad en sus múl-
tiples dimensiones (Ham, 2012), ajustar la operación
de las ciudades a un nuevo tipo de usuario (Garrocho
y Campos, 2005; Narváez, 2011), solo por mencio-
nar algunos de los grandes desafíos que requieren de
acciones inmediatas.
8
Las ciudades mexicanas
y la población mayor
México ha cambiado notablemente desde las déca-
das de los años treinta y cuarenta. Uno de sus rasgos
actuales más importantes es que, como en la ma-
yoría de los países del mundo, la ciudad triunfó
(Gleaser, 2011) y eso ha alterado de manera radi-
cal la realidad económica, social y cultural en la que
se desenvuelve gran parte de los adultos mayores
(Salgado y Wong, 2006). La dimensión urbana del
envejecimiento es muy relevante porque las ciuda-
des concentrarán de manera creciente la población
del país, incluyendo a la envejecida (Cárdenas
et al.
,
2012; Garrocho, 2013).
Vivir en ciudades puede representar más y me-
jores ventajas socioeconómicas y oportunidades de
desarrollo porque facilita obtener mejores empleos,
8
Desde 1993, Gutiérrez (1993) señalaba el desfase entre el incre-
mento en la esperanza de vida al momento del nacimiento y la es-
peranza de vida con salud. Actualmente, se observa que lo que se ha
ganado en esperanza de vida debe matizarse por el incremento de los
riesgos de padecer bajos niveles de salud, bienestar y calidad de vida.