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La situación demográfica de México 2015
por edad donde
todos los individuos, a pesar de sus
diferencias de edad, se distribuyan de manera aleato-
ria en el espacio e interactúen intensivamente entre
sí (Uhlenberg, 2000). Lo que se observa en el mun-
do real, incluyendo las ciudades latinoamericanas, son
diversos grados y tipos de segregación/integración por
edad (Prieto, 2010) y algunas sociedades los presen-
tan en mayor medida que otras, lo cual se manifiesta
y se ve afectado
(en una interrelación dinámica, bidi-
reccional y simultánea: dialéctica) en y por sus estruc-
turas socioespaciales. Es decir, en y por la ciudad, en su
sentido amplio: como espacio
físico concreto y como
espacio social abstracto (determinado por valores, ins-
tituciones, intereses, ideologías, historia, cultura…).
Una comunidad integrada
por edad es aque-
lla que no utiliza la edad cronológica de las personas
como criterio para permitirles su acceso a la comu-
nidad
(en el sentido de Sartori, 2001), determinar
su participación o para forzar su salida. Cuando a
un individuo o a un grupo de individuos de cierta
edad se les dificulta interactuar con grupos de otras
edades se habla de problemas de integración (Uhlen-
berg, 2000). Así, una ciudad segregada por edad que
entorpece las interacciones significativas
intergenera-
cionales (
v.g.
interacciones sostenibles, solidarias, recí-
procas, basadas en la confianza) deriva en una comu-
nidad desintegrada.
Las interacciones significativas favorecen la em-
patía, la convergencia, el intercambio de flujos de in-
formación, de formas de pensar, de valores y actitudes
que tienden a la cohesión y a la comprensión mutua,
reducen la discriminación y el estigma de la edad, y,
finalmente, ayudan a crear entendimiento y afecto
mutuo entre grupos de edades diversas, aunque se re-
quiere de tiempo para lograrlo (Putnam, 2007; Uhlen-
berg, 2000). Las interacciones significativas son el
elemento más básico de las redes de apoyo. Cuando
no existen, los resultados de la convivencia de grupos
diferentes (
e.g
. grupos de diferentes generaciones)
pueden ser adversos y generar rechazo en lugar de
empatía y apoyo mutuo (Galinsky y Moskowiz, 2000;
Hewstone, 2003), lo cual incluye a los países latinoa-
mericanos (Krassoievitch, 1998). Para este trabajo es
importante subrayar que las interacciones significati-
vas consolidadas por
relaciones simbólicas y recíprocas
de ayuda, amor, amistad, solidaridad,
requieren, quizá
antes que todo, de contactos “cara a cara” y, por tan-
to, proximidad espacial (
Pettigrew, 1998; Lawton y
Moss, 1987).
Es decir, los contactos cara a cara son
imprescindibles para cumplir plenamente el contrato
social, o acaso: “¿puede cumplirse el contrato social sin
contacto social?” (Blakely y Snyder, 1997: 3)
La segregación (
e.g.
intraurbana) de los adultos
mayores genera estereotipos y prejuicios negativos,
inhibe la tolerancia, la formación de redes de colabo-
ración, de amistad y apoyo, reduce los sentimientos
de identidad, unidad y propósitos comunes que son
básicos en las sociedades plurales, entre otros efectos
(Uhlenberg, 2000; Sartori, 2001). En términos más
prácticos, podría disminuir el acceso a ciertos servicios y
oportunidades urbanas, como servicios médicos (lo que
afecta la salud de este grupo poblacional), esparcimien-
to (lo que limita su bienestar), educación (lo que dificul-
ta el aprendizaje continuo a lo largo de la vida), empleo
(lo que reduce su contribución productiva al progre-
so individual y colectivo, así como su autovaloración
personal), la vida política (lo que complica impulsar
ciertos temas en la agenda pública, que son importan-
tes para los adultos mayores), el abasto cotidiano (lo
que limita la disponibilidad de alimentos o de medica-
mentos en situación de poca movilidad y accesibilidad
a hipermercados o farmacias, por ejemplo), su partici-
pación en procesos de transferencia recíproca de co-
nocimientos intergeneracionales (lo que genera inefi-
ciencias y pérdida de información a la sociedad) o su
involucramiento en actividades colectivas (religiosas,
por ejemplo) entre otras consecuencias (Uhlenberg,
1996; Binstock, 2010;
Wessel, 2009
).
10
Sin embargo, no cabe ser ingenuos, la integración
espacial (
v.g.
la no segregación residencial, asumiendo
que la vivienda es el eje locacional de los adultos ma-
yores) entre los diversos grupos de edad es una condi-
ción necesaria, pero no suficiente para que se generen
interacciones significativas que produzcan relaciones
10
Todos los elementos mencionados afectan negativamente el bien-
estar de la población mayor y condicionan sus estrategias de vida
(Pelcastre y Márquez, 2006). Es muy probable que entre estos
condicionamientos esté la segregación espacial intraurbana por
edad, aunque no hay evidencia concluyente sobre esto para México
(Bojórquez
et al.
, 2009; Durán
et al.
, 2004).